Sampedro también en el cielo

Qué delicia 
cuando sientes 
que la vida fluye 
airosa, acuosa, 
entre riscos y rocas, 
con gracia y espuma. 
Qué importa 
que algún día 
lleguemos al mar, 
allá nos abrazará 
el agua salerosa. 
Entre tanto, 
disfrutemos de los meandros, 
de la caricia de la brisa, 
de alguna rizada copla, 
de cascadas, saltos, 
y dulces calmas. 
Es decir: 
de la felicidad.

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