y no tienen sábanas.
No tienen cama, ni agua,
sin medicamentos, sin alimentos.
Y tienen dolor, angustia.
Tienen heridas infectadas,
incertidumbres; tienen NADA.
La nada envuelta en misiles,
con armas dentro de drones,
en agresiones con balas.
¿Cuántos sí quieren y no pueden
encontrar, ante el horror, soluciones?
¿Cuántos no quieren y sí pueden
continuar, con terror, sin solución?
Pongamos en los balcones las sábanas,
coloquemos blancos poemas
con la debilidad de su fuerza.
Sí, con la debilidad de su fuerza
contra todas las guerras.
¿Cuánto indagaremos para cuidar la paz
desde nuestras anónimas presencias
a pesar de nuestra terrible impotencia?
Es increíble cómo está el planeta plagado de guerras...
ResponderEliminarSi nos observan los extraterrestres, con razón pensarán que los terrícolas estamos locos en nuestra destructividad...
Tengamos esperanza en que el ser humano es "bueno por naturaleza", y pongamos de nuestra parte para no odiar a nuestros vecinos, a nuestros hermanos, para así poder convivir en paz y sin rencor, perdonando y completando los suelos que nos correspondan...
Un tierno abrazo, lleno de Amor!!
*completando los duelos
ResponderEliminarEspero que el infierno de sus respectivos dioses les pida cuántas por los indefensos inocentes que vivieron y murieron sin la felicidad que las creencias bárbaras arrebataron. Dioses sin amor, sin piedad, vengativos.Morir por ellos, matar por ellos. La nausea . Me gusta Jesús, porque fue infancia y fue pobreza y porque murió sin pedir que nadie muriera por él.
ResponderEliminarComparados con los que queremos y deseamos la paz, los que hacen la guerra son pocos, son menos, pero son poderosos y efectivos. Sus armas son potentes y destructoras; nuestros deseos son utópicos, poéticos, bienintencionados pero ineficaces.
ResponderEliminarA pesar del horror que suponen las guerras, se repiten constantemente por fanatismos, por avaricia; cada uno convencido de su verdad.
No veo solución a estos desastres. Intentemos, cada uno de nosotros, a pequeña escala, vivir en paz en nuestro día a día, con buenos gestos con los que tenemos cerca. Una humilde aportación.