Cada uno de nosotros, inmerso en nuestros miedos, complejos, inseguridades... imaginamos al otro mucho más talentoso, equilibrado, seguro de sí. Y resulta que el otro es igual a ti, su miedo es parecido al tuyo y su inseguridad, tan grande o mayor que la tuya. Quizá por eso necesitamos los encuentros, para descubrir que todos nos sentimos pequeños y, con ello, tranquilizarnos por un tiempo.
Cada uno de nosotros, inmerso en nuestros miedos, complejos, inseguridades... imaginamos al otro mucho más talentoso, equilibrado, seguro de sí. Y resulta que el otro es igual a ti, su miedo es parecido al tuyo y su inseguridad, tan grande o mayor que la tuya. Quizá por eso necesitamos los encuentros, para descubrir que todos nos sentimos pequeños y, con ello, tranquilizarnos por un tiempo.
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