Entrevista en 2019 para Arantza
Salaberria de Esther Peñas
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Fueron
necesarios 25 años para alumbrar ESAS.
¿Es muy diferente la narración final a cómo comenzó a gestarse?
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-Esta novela ha vivido una larga aventura desde
su primera versión entre los años 93-94 del siglo pasado. Y ha tenido varios
títulos en estos veinticinco años. Sentí en aquel entonces que me enfrentaba a
un reto y no tenía la seguridad de llegar a superarlo. Parece que hemos llegado
a puerto… Me interesaban mucho los autores que, a través de su propia construcción,
intentaban iluminar los comportamientos y el sentir del mundo masculino. Y en
base al trabajo narrativo de ellos, he intentado elaborar la capacidad de
autoconsciencia de unos personajes a partir de sus experiencias. Algo que
hacemos todos constantemente. Pero era también un reto porque quería construir
una estructura diferente de los demás relatos que había conocido hasta ese
momento. En todos estos años he aprendido mucho con la tarea de las
correcciones constantes y he tratado de dejar dentro parte de esos
aprendizajes. En el tránsito ha ido modificándose y conservándose a la vez,
como algo vivo o como todo lo que puede estarlo.
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Si “el
principio no está en ese momento que hemos imaginado”. ¿Dónde colocarlo, el
principio?
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-Creo que el principio puede estar en alguna
pregunta que cada cual se hace en un momento dado. Cuando percibe algo que no
encaja bien. O tal vez esté antes porque la pregunta nace cuando observamos
unos planteamientos que otros muestran como piedras sólidas y nosotros vemos
que se pueden desmoronar. Es posible que el principio de esta novela esté en
aquellas primeras lecturas donde los personajes femeninos chirriaban porque los
veía muy sesgados e incompletos respecto a las mujeres que estaban a mi
alrededor.
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Elena,
su hija y Elsa son mujeres que, a pesar del miedo, se cumplen, es decir, pelean
por aquello que desean. ¿Qué precio se paga por ser una misma?
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-Todos pagamos en la vida el precio de vivir. Y
no es fácil. Vivir puede ser considerado un acto de valentía y comprender que,
esta vida es lo verdaderamente único que tenemos, forma parte de esa
comprehensión. Sólo estamos el tiempo de un rato aquí, y coincidimos con otros
y sus propios retos. Tal vez el precio sea el rato de unos retos. Siempre
jugando con las palabras. Los personajes hacen sus malabares con ellas. La
criatura, tanto de Elsa como de Elena, es el propio relato que ellas presentan
como una ofrenda.
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¿De
qué depende que una mujer desee o no ser madre?
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-La relación de los seres humanos con el deseo
es muy compleja. Intervienen múltiples factores naturales y traumáticos para
que ese deseo tenga un recorrido u otro, unos vericuetos u otros. Estos
personajes indagan en ese hecho que se produce en ellas y que posiblemente es
más fuerte que ellas mismas. Ese intento de averiguarlo es lo que pueden dar. Es
su verdadero fruto.
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“Todo
es ficción, salvo este instante presente”. ¿Cómo elaborar esa ficción –pasada-
para que no nos ahogue, cómo se elabora para poder convivir con ella?
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-Ésta es una de las ideas fundamentales que
recorre la novela, lo único real en este instante es esta entrevista.
Estamos
en el tránsito constante del pasado al futuro. Si en el propio relato del
pasado y en todos los relatos heredados indagamos con el mayor rigor posible,
con el mayor esfuerzo para intentar no engañarnos ni engañar a los otros, tal
vez comprendamos mejor nuestras limitaciones y las de los otros. El objetivo
fundamental es alcanzar unos máximos respetos mutuos.
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¿Por
qué nos da tanto miedo la libertad?
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-Albergamos muchas pulsiones dentro de
nosotros, por ejemplo dar la vida y quitarla; cuidar la vida e intentar
destruirla. Tanto la propia como la de los otros. ¿Y la libertad cómo enlaza
con esto? Todos necesitamos expresar nuestra perspectiva de los hechos que
acontecen. Si el relato de los otros se me impone, pierdo la posibilidad de
plantear el mío, y al perderla ¿qué queda? Creo que se instala la imposibilidad
de crecer del individuo, y la imposibilidad de crecer del grupo, porque estamos
indisolublemente unidos, conectados, “ENTRAMADOS”.
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¿Cómo
se sabe que “nada se ha quedado sin llorar”?
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-También aprendemos mucho del relato de los
otros para elaborar el propio. De ahí nuestro interés. Si el de los otros nos
hace llorar es que no tenemos bien llorado el nuestro. Sospecho que, si en el
de cada cual están bien llorados todos los sinsabores y las carencias,
avanzaremos mejor unos con otros. Y podremos llegar a reírnos hasta de nosotros
mismos, tranquilamente.
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¿Dónde
se queda el significado exacto de lo que se dice?
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-Esa es la gran tarea de cada ser cuando se
expresa. Pero el significado exacto se instala en el receptor y su atención. Su
capacidad de detectar los sustratos, los intereses, los intentos del narrador
son apreciados por los lectores y de ahí que el lector pueda alcanzarlo, a
pesar de que también él tiñe ese significado con lo que ha llegado a ser, en
ese preciso momento de la recepción.
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¿La
ternura repara todo?
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-Sin amor no podemos vivir. También creo que
cada cual ama como es y cada cual recibe el amor como puede. La historia de los
relatos demuestra que es un tema inagotable. No terminamos de entenderlo. No
dejamos de tener interés. Nuestra necesidad de conocimiento es tan fuerte que
ella misma se convierte en una fuente de ternura. Y esa fuente nos cuida
finalmente o hace que nos cuidemos a nosotros mismos y a los demás.
























