Pasó el lunes como un domingo
varado en el ancho bancal.
Pasó el martes igual que un sábado
a la espera de una fiesta principal.
El miércoles se sube a un día de viaje,
cruza de un país lejano a la verdad.
Falta el aire, falta el fundamento,
falta la risa en el cantar del fuego.
El jueves, ¡ay, amor! el jueves...
en el centro del ritmo semanal.
Avanzar por él es avanzar por un ser.
Un manojillo de palabras para mirar
ese ángulo de la secreta verdad
y guardado va en nuestro pañuelo
con lágrimas, con besos, con retos.
Buscar donde no hay maneras,
donde lo difícil no tiene prensa,
es difícil buscar la respuesta.
En el viernes el silencio viene y va.
Siempre habrá algún alcance
para dar vida a todo lo lamentable
revuelto en los reversos del verso.
El sábado llega tras otra perspectiva:
De los paisajes sin tinieblas
a los amplios caminos de
anchas veredas y ráfagas plenas.
El domingo se fue en ir y venir
de lo más alto a las llanuras.
Desde la cima a la orilla blanca
encontramos la dimensión exacta
y los futuros cercanos en alza.
Cerraremos con nuevos lunes
entre ritmos y algoritmos de lo vivido.
¿Decidimos el esfuerzo de configurarnos,
de valorar con valor lo íntimo
para ver lo más hondo de lo logrado y
para avanzar con serenidad por el camino?
Hermoso, ¡bravo!
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