¿Cuántas veces necesitamos centrarnos en recuperar la propia estabilidad emocional, social y existencial para reanudar las fuerzas y para seguir adelante por nuevos caminos o de nuevas maneras por los mismos de siempre?
Se necesita mucho esfuerzo, tiempo, dedicación, inteligencia, empeño, para crear espacios que nos protejan, procuren calma y posibilidad de recuperarnos. Y existen personas con una gran voluntad y fortaleza para ayudar a lograrlo, aunque la naturaleza sea muy adversa y otras personas impongan su constante dificultad.
Cortázar daba instrucciones para llorar. ¿Cuánto llanto interno avanza y se mueve bajo tantos ojos tan secos? ¿Cuánto dolor atraviesa tantos cuerpos aparentemente bien argumentados?
¿Observa cada cual atentamente la mirada del otro para intentar comprender, que su propia interpretación de los hechos no coincidirá, a pesar de una necesidad de unanimidad total para ambos?¿O se observará inexorable cada cual en la suya propia?
Luces y sombras. Amores y pasiones. Acuáticas y terrestres. Comprensión y obstinación. Vegetabilidad y animalidad. Mineralogía y astronomía. Oralidad y escritura. Naturales y artificiales.
Qué hermosas son las largas conversaciones en verdaderos diálogos de auténtica escucha. Siempre quedan estelas de múltiples experiencias con necesidad de mayor definición.
Somos tan efímeros que no podemos soportar la finitud de nuestra existencia y, en este tiempo tan limitado que nos toca vivir, buscamos multiplicar este existir con arrebatada ternura.
