He sentido a la muerte viva
en esta frontera de tierra.
El quehacer sin rumbo propio
ronda y reta en su revuelta.
Y llega siempre el verano
a dejarlo todo colocado:
Variados besos en la risa
y al largo invierno
bajo la inexorable capa
que construye el tiempo.
Todos vamos pasando
por los mismos lugares,
pero en ese tránsito
apreciamos matices
que otros dejaron
para ser resaltados
en un futuro mayor.
No sé porqué
en el oscuro cristal del metro,
cada mañana,
veo el inexorable gesto.
Tu mirada va oculta
en este recuerdo nítido:
Solo tu mano atenta
en el pelo de mi cabeza,
se alarga desde tu ausencia
hasta esta mañana temprana.
¿Qué de grande e inmenso
se esconde en lo más pequeño?
¿Por qué y cómo se aprecia
todo un comportamiento
en un breve instante?
Así intentábamos comprender
el sistema de palanca:
Manejamos conceptos
cuyo significado
tardamos largos años
en ver su válida amplitud.
¿En un
leve gesto
es posible resucitar
después de estar muerto?
Avanzar por un amor o una relación o un nuevo saber, difíciles, puede fortalecer algunas capacidades o descubrirnos otras que no habíamos considerado.
En todo el cielo, al este, esta nube única.
En La Granja de San Ildefonso, en octubre de 2011.
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Pudo ser.
Los sueños son elaboraciones
de ráfagas de pensamiento,
ignoradas por el fluir del pensar diario.
Son abanicos narrativos nocturnos
para tratar de comprender la propia capacidad
esa que existe dentro de cada uno,
para considerar las cercanas posibilidades
y mejorarse en el propio ser.
